"Bajo la Rueda"

fotografía: spaceman

Este sueño fue muy frecuente algunos años de mi infancia, acompañado no sólo de imágenes sino de sensaciones tan tangibles como las relativas a la vigía, que se comportaban, no obstante, en las peculiares formas sinestésicas que tiene el sueño de transmitirlas y manifestarlas en el cuerpo onírico. El título es de Hesse, cuya novela de infancia relata tan poética y metafísica el paso de la niñez a la juventud en una alegoría del dolor que trasciende de aquellos días y la magia de aquellas noches.

"Bajo la rueda"

Camino adherido a la pared y me encuentro con roca inmensa, se abre y cierra por la mitad, cayendo con fuerza descomunal. El monstruo de piedra es cúbico, aunque con aristas redondeadas; una vez que cae la mitad de arriba –que se eleva levitando, no tiene cuerdas ni mecanismos aparentes- hace una presión tan fuerte que no deja espacio entre ambas mitades. No sé cómo sucede, pero de pronto ya estoy entre las dos mitades. Voy a ser triturado. Me doy cuenta de que no estoy amarrado ni encadenado y nadie me ha asido; solamente estoy recostado en el centro de la roca inferior –que también está suspendida en el aire- y a pesar de ello no me muevo. Me entrego a este destino. Va bajando la roca, la veo más cerca. Diez metros…falta poco, muy poco, el descenso es en un instante –menor de un segundo-. Cinco metros…me hará caca. Dos metros…no me pregunto nada, es claro todo, una claridad que enerva y trasciende la palabra. Un metro…aprieto los dientes con fuerza, cierro por reflejo los ojos, oprimiéndolos también y la última imagen es violácea, con figuras dispersas pero claras. Un centímetro, mi nariz ha sido despedazada. Presión en mis costillas, se desbaratan. Las rocas no se unen esta vez porque mi cuerpo destruido ocupa ese espacio aunque ya no sea nada, es poco y es menos en cada movimiento de la roca…así hasta hacerme polvo, brisa y polvo atrapado en la brisa en un vuelo remolineante. Espirales de lo que fui. Mi mente se divide en trillones de partes.

Algo se desprende de cada partícula y se va uniendo; no es luz aunque parezca, es algo diáfano, se va condensando lentamente hasta formar una figura de mi cuerpo pero hecha ahora de transparencia luminosa.

Salgo por la ventana con una nueva serenidad, sin pensar nada, pero si algún pensamiento tuviera sería: he sido purificado.